Lo que sí se respeta.
Ramón esta rodando en el piso ensangrentado y yo, puta al fin, hago mi trabajo.
-¡Bájate los pantalones! No tengo mucho tiempo y se que tu tampoco así que hagámoslo rápido. Tú arrojas el cuerpo y yo limpio la sangre.
Robertico toma el cuerpo ensangrentado y lo arrastra hasta la camioneta, la puta limpia la sangre poquito a poquito con la lengua. “¿Qué diablos estas haciendo?”, le pregunto él, pero no obtuvo respuesta alguna. La puta, pacientemente, termino de limpiar toda la sangre, se desnudo y comenzó a ofrecérsele a Robertico. “Estas loca, puta” fue su si.
La puta tomaba un cigarrillo, lo encendía y luego lo aplastaba en el piso. “¿No fumas?”, “Soy una puta, ¿crees que debería?”, “Se vería elegante, si”. Entonces la puta saco otro cigarrillo, lo encendió y, en vez de aplastarlo en el piso, lo restregó contra las bolas de Robertico. “¡Ay, mierda! ¡¿Tu ‘ta loca ‘e?! ¡Coño! ¡¿Por qué lo hiciste, eh?! ¡Coñazo!”, “Porque sabes bien que no fumo y que puta no soy, idiota”. La puta se marcho, así desnuda como estaba, a paso firme por la carretera vacía con su muerto a rastro.
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