domingo, 29 de enero de 2012

Eso.


He sido iluminada. Esta mañana desperté en otra dimensión, con una mamá y hermanas de presencia idealista. Esta mañana me di cuenta de que siempre he vivido en otra dimensión.
Después de tres años y siete meses, hoy, por fin, he terminado la novela, y fui iluminada al preguntarme. “El ser humano es el animal que pregunta”. Una vez Carlos me dijo que la gente tiene en su vida un momento en el que se detiene, y piensa. Pero que la mayoría hacen caso omiso a esa necesidad y se vuelven cabezas de ganado, inútiles que se mueven en dirección de los demás en busca de comida sin saber por qué comen en primer lugar. Y después lo escribió en un cuento, y dijo en él que yo soy como ellos, y me ordenó mugir y felicitarme por estar bajo las manos del dueño, junto a los demás inútiles que no piensan. Pensar, pensar, pero pensar de verdad, no eso que hacen todos todo el tiempo, bla, bla bla. En fin, me di cuenta de que mi existencia es absurda y decidí tomar un baño.
Sin tener vergüenza de mi desnudez, por primera vez en mi vida, me quite toda la ropa en mi habitación sin molestarme en cubrirme con la toalla y salí así, desnuda, hacia el baño, sin importarme que la puerta y ventanas estuvieran abiertas y cualquier curioso pudiese verme. Entré al baño, a la bañera, y me di cuenta de otra cosa: no quería bañarme, aunque había decidido hacerlo. Abrí la ducha, y el agua comenzó a caer sobre mi pierna derecha. Estuve así, como en trance, por unos cinco minutos. Cuando reaccioné, cerré la ducha y pensé que debía bañarme, aunque no quisiera. Entonces por mi cabeza pasó una película en la que estaría yo, desde mis propios ojos, dándome un baño. Al menos una hora de agua, jabón y cuerpo desnudo.
Fui iluminada, en verdad, por mi propia consciencia. “La conciencia de uno mismo es cuando te das cuenta de que solo eres un personaje en el sueño de otro”. Estaba en una dimensión extraña, todo se movía en slow motion y yo me sentía, sin razón aparente, aliviada en extremo por estar allí y no en la dimensión de mi madre de verdad y mis hermanas de verdad que fueron a la iglesia y se quedarán al bautismo de mi primito a quien no le dejan decidir si quiere ser bautizado o no. Estoy feliz de estar aquí aún. Y, aunque sea yo, según Carlos, solamente una vaca idiotizada, me siento con el derecho de saber cosas.
Yo no soy tan parecida a las demás vacas, yo si quiero saber cosas, y pensar en cosas, y tener cosas que no sean solo comida, agua sucia y excremento entre las piernas. Yo soy diferente a las demás vacas porque estoy consciente de que, en el fondo, soy exactamente igual a ellas con la sola diferencia de que yo si me percato de las cosas. Soy igual ellas, soy parecida a ellas. Yo no sé mucho, pero lo poco que sé lo uso para aprender a descubrir y saber más cosas. Lo poco que sé al menos me da para preguntar. Quiero ser la vaca que pregunta. Como cuando el mono se preguntó por qué se balanceaba de liana en liana buscando frutas, mientras tenía otras cerca de él y aprendió la pereza. No me importa si soy una vaca, una mujer, un mono, una rata, si puedo preguntarme.
Fui iluminada, soy una vaca que pregunta, vivo en otra dimisión, no me avergüenza más mi desnudez, estoy consciente de todo, hasta de mi. He sido iluminada, y mañana mismo me tapo la cara y grabo un video porno.

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