sábado, 9 de abril de 2011

Letras de aire, en el aire.

Cuando estaba más pequeña (7-9 años aproximadamente) tenía la manía de escribir en el aire cuando caminaba, cuando estaba parada, cuando me sentaba. Escribía lo que pensaba, lo que acababa de decir o lo que los demás hablaban a mí alrededor. Recuerdo que cuando cometía un ‘error’ escribiéndola, sentía la necesidad de borrarlo y escribirlo correctamente. Pensaba que si no lo corregía esas palabras me atormentarían por toda mi vida, y así era. Bueno, al menos hasta que cometiera otro error y olvidara el anterior.

Cuando iba caminando, sentía que dejaba esas letras en el aire, y que cuando volvía a pasar aún estaban allí. Era hermoso, y aterrador.

Dejé de hacerlo después de unos meses, pues ya tenía la casa, las calles, todo lleno de letras de aire acumuladas, y me asfixiaban. Las palabras amontonadas unas sobre otras parecían un cuento, de esos no-me-leas-no-tengo-sentido-alguno o de esos así como léeme-no-tengo-sentido-completo-pero-soy-hermoso.

Siempre quise hablar de ellos, pero nunca me atreví, por miedo. ¿A qué? ¡Y yo qué sé! Yo no sé nada. Por eso quiero volver a escribir letras de aire, para hacer un cuento nuevo, de esos así como ‘léeme-soy-tu-ilusión’.